martes, 30 de septiembre de 2014

LA MUERTA

Aquél sueño se desarrollaba íntegramente dentro de una galería comercial abandonada. Todo lo que se podía ver, o intuir, parecía estar destruído. En algunos rincones de la galería había personas escondidas en la oscuridad. Parecían estar asustadas por algo. Por momentos, algunos murmuraban entre sí sobre lo que había pasado, o sobre lo que iba a pasar allí adentro.Sin embargo, afuera en la calle, todo parecía estar también en ruinas. Algo lo había destruído todo. Hacia la salida, por el pasillo principal, a la derecha, entre los locales cerrados hay un patio interno. En el patio hay una pileta de lavar azulejada y está llena con agua sucia. Una mujer embarazada está parada con la cabeza metida en el agua. Ahogada, aún está de pie. Aquella escena no encaja con el resto del lugar; pero sin ninguna duda, aquello es lo que temen quienes se esconden en la galería. La visión de la mujer embarazada ahogada es irresistible para el hombre que acaba de descubrirla.Al sacarla del agua, la muerta revela su verdadero rostro a su sorprendido salvador. Sus ojos no brillan. Son infinitamente malvados. Su feroz mirada sin pupilas se clava inmediatamente en quien ha creído salvarla. El hombre trata de escapar; pero la muerta lo persigue y se le trepa en la espalda. Sonríe victoriosa y muerde a su aterrada víctima ferozmente. El dolor es insoportable y la escena del escape frustrado se repite una y otra vez. Poco después, la muerta aparece nuevamente en el patio, doblada sobre la pileta, con la cabeza sumergida en el agua sucia. Quien la levantó, ahora no volverá a hacerlo. Sólo se queda mirándola, desconfiado, en la puerta del patio. Es entonces cuando aparecen dos hombres en la galería y entran al patio de la muerta. Ambos se quedan mirando la escena y, desoyendo las advertencias desesperadas del hombre en la puerta, sacan a la muerta del agua. La mujer embarazada, tan horripilantes como antes sus ojos y su cara, ignora y esquiva a sus nuevos salvadores y persigue otra vez a su primera víctima. El hombre, mucho más sorprendido que la primera vez, trata de huir nuevamente; pero la muerta lo alcanza rápidamente y se le monta otra vez en la espalda para morderlo salvajemente de nuevo. El dolor es peor que antes. Los tarascones también. El hombre le pregunta a la muerta: ¿Por qué?; pero ella no le contesta y se ríe enloquecidamente.La salida jamás aparece. Pronto, el hombre que había creído salvarle la vida a la muerta, se confundirá silenciosamente con el resto de las sombras que se esconden y murmuran en la galería abandonada, cerca del patio, entrando desde la calle devastada. Junto a la muerta, que sigue soñando y esperando, con la cabeza sumergida y los ojos muy negros, en el agua putrefacta.